Los problemas asociados al envejecimiento están cobrando una nueva dimensión debido al aumento de este grupo de población en las sociedades industrializadas. Esto es debido a la disminución de las tasas de natalidad, de mortalidad, y control de las enfermedades infecciosas, resultando de un aumento de la esperanza de vida de la población que, a su vez, conlleva un aumento de las enfermedades crónicas que afectan a más de un órgano o sistema y a un aumento del uso y consumo de fármacos. Como resultado evidente puede asegurarse que el consumo de fármacos aumenta con la edad y que si bien los progresos de la medicina han sido notables, existen todavía pocos tratamientos curativos de las enfermedades crónicas que afectan a las personas ancianas. Por consiguiente, la terapéutica es frecuentemente sintomática lo que conduce al uso de múltiples medicamentos y esto lleva a un aumento de los efectos adversos que están en relación directa con el número de fármacos consumidos. Así, cuando se toman más de 5 fármacos la prevalencia de efectos adversos es del 4%; cuando se toman entre 6 y 10 fármacos su prevalencia es del 7%3. Los pacientes ancianos tienen también más reacciones adversas que las personas jóvenes y esto no es solamente por la polifarmacia sino por los cambios fisiológicos, morfológicos y la plurienfermedad que ocurre en el envejecimiento.